Según definido por los trabajos de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, los servicios ecosistémicos son los beneficios que el Hombre obtiene de un ecosistema. Estos servicios son el resultado del funcionamiento natural de los ecosistemas. El Hombre se beneficia de ellos sin tener que trabajarlos, siempre y cuando estos ecosistemas dispongan de buena salud y puedan funcionar con normalidad.
¿Qué beneficios obtenemos de los humedales?
Regulación de las crecidas y de las inundaciones
Los humedales desempeñan una función importante en la regulación del régimen hidrográfico de una cuenca vertiente. Al comportarse un poco como esponjas, los humedales de altitud, como las charcas, las turberas y los estanques, absorben una parte de las precipitaciones en la parte alta de las cuencas vertientes. Al reducir la cantidad de las aguas de escorrentía que llegan a los ríos, estos humedales permiten a menudo evitar las crecidas aguas abajo. A pesar de este mecanismo, a veces los ríos salen de su lecho cuando se producen fenómenos meteorológicos excepcionales. El agua inunda las llanuras aluviales situadas a cada lado de los ríos. Los excedentes pluviométricos circulan lentamente depositando sedimentos arrastrados por las aguas de escorrentía.
Concurridas por el Hombre por su fertilidad y su proximidad con el agua, la mayoría de estos valles aluviales están actualmente acondicionados en zonas agrícolas, urbanas o industriales. Los ríos se han encauzado para evitar este fenómeno de desbordamiento y para proteger nuestras infraestructuras. Durante los episodios meteorológicos excepcionales, los ríos se desbordan a pesar de los diques y causan pérdidas humanas y materiales considerables. Por otra parte, las llanuras aluviales desconectadas de su río, ya no se benefician de una aportación regular de sedimentos. Las aguas ya no se desbordan de su lecho y los sedimentos en suspensión son expulsados al mar en lugar de depositarse en las llanuras.
Recarga de las aguas subterráneas y de superficie
Al igual que tienen la capacidad de absorber una parte del excedente pluviométrico, los humedales también tienen la capacidad de restituir este excedente durante periodos de sequía. De ese modo, la red hidrográfica nunca se queda completamente seca. Por otra parte, un gran número de humedales están conectados a las aguas subterráneas y garantizan en parte la recarga de los mantos freáticos.
Infraestructuras protegidas de los caprichos del mar
Durante las tormentas, los humedales litorales actúan como un escudo que protege los asaltos del mar de las construcciones humanas instaladas en el litoral. En Ultramar, sobre todo el manglar desempeña esta función. El entrelazamiento complejo de las raíces y de los tallos reduce la velocidad y la altura de las olas, y de ese modo, protege las costas de la erosión. Por lo tanto, la desaparición del manglar en algunas zonas costeras representa un riesgo para las infraestructuras litorales que se quedan entonces en primera línea.
Causas naturales pueden provocar la desaparición del manglar, como en Guayana, donde la superficie de manglares evoluciona en función de las aportaciones sedimentarias del Amazonas. Este fenómeno cíclico es impresionante. En pocos meses, el manglar puede avanzar o retroceder varias decenas de metros, amenazando las construcciones humanas.
Un agua más límpida y menos contaminada
Los humedales se encuentran en las zonas más bajas del paisaje. Por lo tanto, de forma natural, los ríos y las aguas de escorrentía convergen hacia estos medios. De camino, el agua arrastra sedimentos y contaminantes. Cuando la red hidrográfica alcanza un humedal, un manglar por ejemplo, esta actúa como un filtro. El flujo del agua es ralentizado por las raíces enredadas de los mangles y los sedimentos se depositan allí creando poco a poco el substrato de los futuros mangles y garantizando un agua clara en la laguna.
En cierta medida, los humedales también tienen la capacidad de absorber contaminantes. En zona agrícola, son sobre todo abonos y pesticidas, mientras que los metales pesados y los hidrocarburos generalmente se asocian a las zonas urbanas e industriales. Muchas plantas de humedales son capaces de absorber una parte de estos contaminantes, mientras que otros se quedan atrapados en el suelo. Sin embargo, es importante subrayar que estas capacidades son mínimas comparadas con nuestra capacidad de producción de dichos contaminantes.
¡ Manglares, herbarios y arrecifes coralinos: ¡un intercambio de buenas formas!
Los herbarios y los arrecifes coralinos necesitan agua límpida: deja pasar los rayos del sol que les permiten hacer la fotosíntesis, indispensable para su supervivencia. De ese modo, las raíces de los mangles, al interceptar las partículas procedentes de la tierra, limitan la turbiedad de las aguas que salen hacia la laguna y garantizan condiciones óptimas para el crecimiento de los herbarios y de los corales.
Por su parte, los manglares necesitan agua tranquila con pocas olas y poca corriente, para poder interceptar y acumular los sedimentos que les permitirán después echar raíces. Los arrecifes coralinos situados en alta mar, amortiguan la energía de las olas y garantizan condiciones tranquilas en la laguna y en las intermediaciones del manglar.
Atenuación de las zonas muertas:
Los nitratos y fosfatos proceden mayoritariamente de los abonos y de las aguas domésticas no tratadas. En el medio acuático, fertilizan el agua de la laguna, exactamente de la misma forma que fertilizan los cultivos en la tierra. Si su presencia es excesiva, las microalgas proliferan, consumen todo el oxígeno presente en el agua y asfixian los demás organismos vivientes de los alrededores. Al absorber una parte de estos contaminantes, el manglar y otros humedales litorales contribuyen a la buena salud de los medios acuáticos cercanos.
Los humedales artificiales:
La capacidad de los humedales para retener y absorber los sedimentos y algunos contaminantes ha llevado a la creación de humedales artificiales, específicamente creados para tratar las aguas residuales de orígenes diversos. De ese modo, el tamaño del humedal y la selección de las plantas se adaptan al volumen y a la naturaleza de los efluentes vertidos.
Depósitos de biodiversidad
Los humedales rebosan de vida. A escala de Ultramar millares de especies de moluscos, crustáceos, peces, aves y mamíferos, reptiles e insectos dependen de los humedales para una parte o la totalidad de su ciclo de vida. También obtenemos un fuerte índice de endemismo.
El manglar representa un auténtico refugio para los juveniles de algunas especies de peces: tarpones, barracudas y lucios de mar son algunos ejemplos. Los alevines crecen protegidos por el laberinto de raíces en donde los depredadores demasiado grandes no pueden aventurarse. Sin este refugio, una gran parte de los peces costeros estarían amenazados.
Los humedales no son solo espacios propicios para las paradas nupciales de las aves que se reproducen allí, también son una incubadora y un sitio abastecedor para el buen desarrollo de los polluelos. También representan una etapa necesaria para numerosas aves migratorias que atraviesan continentes enteros.
Recursos e ingresos
Los humedales son el origen de numerosos productos de consumo: alimentos, materiales de construcción, medicamentos, tinturas… la lista es larga. Entre estos productos, algunos se recogen a pequeña escala, para un consumo de subsistencia o relacionados con prácticas tradicionales, mientras que otros se explotan de forma comercial, a escala más grande.
La originalidad de los paisajes y la diversidad biológica de los humedales hacen que sean destinos privilegiados para la industria del turismo y el ocio. Por lo tanto, si se practican de forma razonada y sostenible, actividades como la navegación de recreo, los deportes acuáticos, la observación de la fauna, la caza y la pesca son fuentes de ingresos para las comunidades locales.
Valores culturales y espirituales
Sean sagrados o maléficos, venerados o temidos, los humedales siempre han suscitado el interés de las poblaciones locales y alimentado las creencias, las leyendas y los cuentos.
Pero estos lugares no solo alimentan nuestra imaginación, son auténticos escaparates del pasado y formidables fuentes de conocimientos para los arqueólogos. En efecto, los suelos inundados de los humedales ralentizan los procesos de descomposición por la falta de oxígeno. Por lo tanto, los pólenes, las semillas, las maderas y los tejidos se conservan mejor y a veces, permiten reconstruir una parte de la historia natural o cultural de una región.